“Come rico pan de muerto, por si no llegamos a noviembre” se lee en uno de los anuncios promocionales de la panadería Mauri. Desde principios de julio, el establecimiento local que se ubica en el Barrio Santa Ana Norte de la alcaldía Tláhuac puso manos a la obra para hornear pan de muerto.

¿Un cambio de estrategia? Sí, Mauricio Hernández identificó que las ventas del pan de dulce disminuyeron 30%, a raíz de la pandemia. Incuso sus clientes asiduos preferían el pan salado, por una cuestión de costo: 5.5 pesos menos cada pieza.

“Empezamos a sacar el pan de muerto para levantar las ventas. Algunos clientes se ríen cuando ven el anuncio, pero sí lo llevan. De las diferentes presentaciones de pan de dulce, el pan de muerto, tanto de azúcar como de ajonjolí, es el primero que se termina”, dice el panadero.

Pero Hernández no hornea este pan a diario. Como parte de su estrategia de venta, ofrece esta delicia tradicional los lunes y jueves y desde las 3:00 de la tarde. Así mantiene cautiva a su clientela y ha recuperado la venta que tenía antes de la pandemia. Aunque, el plan volverá a cambiar. A partir de la segunda semana de octubre, habrá pan de muerto todos los días.

El pan de muerto es uno de los productos, cuyo consumo principal se da del 31 de octubre al 2 de noviembre. Sin embargo, así como la panadería de Mauri, muchos negocios locales, grandes panaderías y retailers lo ofrecen con meses de anticipación para aumentar sus ventas. Este año no ha sido la excepción, aún con la llegada del COVID-19.

En el caso de autoservicios, la venta valor del pan de muerto creció 17%, con respecto al año terminado en agosto de 2020. Muy por encima del 7% registrado para productos empacados que se distribuyen en este canal, según datos de Nielsen.

De acuerdo con Yanira Reyes, líder de analytics Nielsen México, las ventas valor del pan de muerto comienzan a tomar fuerza a partir de mediados de agosto y hasta mediados de noviembre. Pero la estacionalidad ha ido extendiendo su duración. En 2018, el 95% de las ventas se concentró en 10 semanas, mientras que en 2019 se extendió a 12 semanas. Este año, las ventas se darán a lo largo de 16 semanas, aproximadamente.

La empresa de medición reporta que el momento cumbre de la estacionalidad de este pan se da en la semana del Día de Muertos, donde se concentra el 38% de las ventas anuales. Junto con el pan de muerto, existen otras categorías que cobran relevancia, previo y durante este festejo.

En el último registro de Nielsen, el valor venta de las velas creció 425%. El del chocolate, 186%. Los dulces, 139%. Y los atoles, 49%. Productos que están relacionados con la puesta de la ofrenda tradicional.

La dupla perfecta

Alicia Páramo, directora general de la Asociación Nacional de Fabricantes de Chocolates, Dulces y Similares A.C. (ASCHOCO), estima que el cierre de año para la industria del chocolate no será amargo. Aunque tampoco tan dulce como en otros años.

En canales mayoristas, la asociación identificó un consumo de 9.4% en el 2019. Pero un año antes, la ingesta de chocolate –en sus diversas variantes- fue de 12.8%. De enero a abril de este año, el sector tuvo una caída de 7.1%, y un repunte que llegó a 10.1%, entre mayo y junio.

“Pensamos cerrar el 2020 con 9.4%. Una buena cifra, tomando en cuenta las restricciones del mercado por la pandemia, el nuevo etiquetado y el precio del azúcar. Sin embargo, algo que nos ayuda es que el chocolate es un alimento por tradición, y está disponible en diferentes presentaciones y en distintos canales de distribución. Es muy accesible para el consumidor”, menciona Páramo.

En opinión de la directora, tanto el pan de muerto como el chocolate son una dupla para contrarrestar los efectos negativos que ha dejado la contingencia. Los mexicanos, a pesar de estar en casa, celebrarán a sus muertos. Y ello fomenta el consumo de estos productos: pan de muerto, chocolate caliente, calaveritas de chocolate…

Según la ASCHOCO, el chocolate de mesa y polvo se distribuye más en el canal minorista. La tablilla en tiendas departamentales y minoristas. Mientras que la calaverita en el mercado tradicional. Además, el canal mayorista representa el 52% de la venta del mercado de confitería en general.

Hoy día, México es el decimotercer país productor de chocolate. Pero el consumo per cápita es de 750 gramos por año. Una cantidad baja en comparación con países como Suiza, donde el consumo por persona asciende a más de 11 kilos anuales. Asimismo, esta industria genera 23,000 millones de pesos, mientras que en el mundo representa un negocio de 95,000 millones de dólares, acorde con cifras de Euromonitor.

Por Nancy Malacara vía Expansión

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