Las mujeres, y en concreto la mujer mexicana, es parte fundamental del desarrollo económico del país y por ende, en la generación de riqueza y contribución al PIB de la geografía. La equidad impulsa la productividad de los países, la innovación y la competitividad, aumenta la diversificación económica y la igualdad de ingresos, entre otros resultados positivos. Sin embargo, asistimos a un momento donde el impacto del Covid -19 está mermando los avances esperados y que tanto tiempo han llevado alcanzar y consensuar. Sobre las mujeres cargan cuidados en el espacio personal y resultados en el espacio laboral, presión que unida a la crisis en muchos puestos de trabajo ocupados “tradicionalmente” por mujeres vinculados a sanidad, servicios o turismo, golpean a este colectivo considerado como uno de los vulnerables durante esta pandemia. No lo digo solo yo, lo afirma el FMI con Christine Lagarde a la cabeza, entre otras y otros organismos internacionales.

La exclusión de la mujer en la economía implica incrementar una brecha en la participación laboral entre hombres y mujeres que antes de la pandemia, de acuerdo con el último informe del Banco Mundial, ya ascendía en México a un 32%, al representar un 45% de la fuerza laboral en comparación al 77% de los hombres. El aumento de la disparidad tiene fuertes repercusiones económicas si se considera que las mujeres, de acuerdo con cifras del INEGI, constituyen un 65.2% del PIB nacional, cifras a las cuales se pueden añadir los diversos campos en donde sus decisiones son de vital importancia, muchas de ellas relacionadas con el hogar, las cuales en la pandemia constituyen el epicentro económico. La mujer es tomadora de decisiones y cuántas veces se le excluye de la participación o de la conversación.

Lograr la reincorporación y potenciación de las mujeres en todos los estamentos de la empresa hasta la Dirección General, es una brecha que debe ser atendida de la mano de políticas y agenda de género desde la infancia, la educación de nuevo clave en la escuela y familia para educar en diversidad, valores y por supuesto, educación financiera que más tarde o más temprano, afectarán a sus decisiones vitales. Solo el 8% de las grandes compañías de este país están lideradas por mujeres. Cifra muy baja teniendo en cuenta que las universidades tienen cifras cada vez más pares entre hombres y mujeres (ojalá pronto también en las carreras STEM) y que somos ligeramente más de la mitad del total de población de este país. ¿Por qué sigue siendo tan difícil llegar a los puestos directivos de toma decisión? Un amalgama de respuestas son posibles, pero si he de destacar dos, me quedo con:

  • Techos y paredes de cristal: necesitamos encontrar en los hombres aliados que nos abran y rompan estas losas invisibles y encontremos entre nosotras la sororidad clave para apoyarnos. Crear un clima de confianza adecuado y una cultura en diversidad e inclusión para todas y todos por igual.
  • Role modeling: mujeres que inspiran a mujeres, mujeres que inspiran a niñas y adolescentes y que llegan a esos puestos de responsabilidad o ellas mismas crean las oportunidades a través del emprendimiento.

En resumen, acceso y liderazgo.  

La tecnología y el acceso a la información, potencian una mancuerna que no solo llevan a la inclusión financiera, sino a la aceleración financiera en muchos casos. Mujeres que toman decisiones conscientes relativas a su salud financiera (ahorro, inversiones, gastos…etc) y la de su familia, porque si las finanzas tuvieran perspectiva de género, podríamos ver como muchas de las decisiones económicas de la mujer se encaminan hacia un bien común. Banca digital accesible, fintech, finanzas embebidas constituyen una palanca excelente para potenciar este salto cualitativo en aras de una recuperación sostenible post Covid.

América Latina tiene una oportunidad excepcional y México concretamente para dar vuelta a la realidad y constituir un referente mundial: las fintech fundadas por mujeres son cinco veces superiores al promedio mundial, y también se registran mayores puestos directivos. Es necesario que los inversionistas (en su mayoría hombres) depositen confianza en estas emprendedoras, generadoras de empleo, de oportunidades. Los datos de nuevo sobre la mesa, las empresas fundadas por mujeres o que cuentan con una mujer entre sus fundadores, generan el doble de rentabilidad, según Boston Consulting Group.

Hace dos años, en “Un Día sin Nosotras” fuimos testigos de la importancia de las mujeres, con pérdidas económicas por más de 30 millones de pesos para el país y un sentido de vacío generalizado. Un año y una pandemia después, los retos siguen siendo enormes en materia de igualdad de oportunidades y equidad, pero el futuro nos invita a mirar la radiografía con optimismo. Podemos implicarnos y construirlo juntos, hombres y mujeres. Estamos a tiempo.

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