ZACATECAS. Panaderia La Chiquita, se ubica en Tepetongo, Zacatecas; es una empresa familiar con 28 años de experiencia y con solo una sucursal, sus productos se venden en distintos puntos del municiplo y sus alrededores como Huejucar, Jalisco y Jerez.

La Panadería La Chiquita se ha convertido en una tradición en Tepetongo, su pan encanta a propios y extraños; al igual que otros pequeños negocios sobrevive para brindar sus servicios a la ciudadanía en general.

Toña Rivas, administradora del establecimiento, dijo a Imagen que antes, el pan de muerto no era su especialidad ya que es más caro que el pan promedio; sin embargo, en los últimos tres años gracias a las redes sociales, la demanda de este pan fue el doble.

«Este año esperamos que la demanda sea igual, consideramos que aunque la gente sabe que son tiempos difíciles y que hay que cuidar el dinero, sigue considerando las tradiciones para conmemorar a sus muertos”, dijo Toña Rivas.

En años anteriores solo se hacían alrededor de 100 panes de muerto, 2 o 3 días antes del 2 de noviembre. No obstante, en los últimos años ya se hacen entre 200 y 300 panes de muerto, desde una semana antes de esta fecha.

«La gente no compra tanto por anticipación, pero sí han aumentado las ventas en comparación con otros años. Esperemos que este año sea bueno”, dijo la panadera.

Ventas durante la pandemia

En cuanto a las ventas, reconoce que se vieron afectados ya que gran parte de los ingresos provienen de los turistas en épocas vacacionales o en las ferias regionales.

Comentó que el primer momento en que notaron la disminución de ventas fue para las ferias de Jerez, pues tan solo para el Sábado de Gloria no se vendió ni una décima parte de lo que se vende otros años. Uno de los productos que más venden son las «gorditas de maíz colorado». Los paisanos solían comprar hasta 5 o 6 bolsitas cada uno para llevarlas a Estados Unidos, pero este año no hubo connacionales y por lo tanto tampoco hubo esas ventas.

La falta de ingresos también se reflejó en la Feria Regional de Tepetongo, que es en junio. El pueblo se llenaba de familias que consumían pan durante su estancia, mejorando las ventas de la panadería La Chiquita. Pero este año no fue posible debido a las medidas sanitarias por el Covid-19.

Tal vez las ventas diarias de pan en la localidad no disminuyeron tan radicalmente, pero los pequeños extras que llegaban en temporadas vacacionales, no llegaron. Y esos son los que realmente nos afectaron», dijo Toña Rivas.

Por Franco Valdéz vía La Voz

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