La mandarina, fruto de la fusión entre la naranja dulce y la mandarina salvaje, se erige como un símbolo arraigado de la identidad mexicana durante la temporada decembrina. En este artículo, exploraremos la conexión especial de este cítrico con las tradiciones y costumbres que llenan de color y alegría las mesas mexicanas en diciembre.

La llegada del mes de diciembre marca el inicio de la temporada de cosecha de mandarinas, coincidiendo perfectamente con las celebraciones navideñas. Este pequeño cítrico se convierte en un símbolo natural de la temporada festiva y despierta un sentido de identidad arraigada en la cultura mexicana. Durante las posadas, una de las costumbres más arraigadas, las mandarinas se utilizan como obsequios, junto con otros dulces y frutas.

Aunque el origen exacto de la mandarina no está claro, se cree que es nativa del suroeste de China, con afirmaciones que la vinculan también a países del sureste asiático como Laos o Filipinas. Su cultivo se extendió por el sureste asiático, llegando a Japón en el siglo X. La entrada de la mandarina a Europa se atribuye a Abraham Hume, quien importó dos variedades de mandarino de China.

Existen tres variedades principales de mandarina: las Clementinas, típicas de la época decembrina; las híbridas, resultado de la mezcla con otros cítricos; y las Satsumas, frutas japonesas delicadas y jugosas. México destaca como productor, con Veracruz liderando la producción con más de 149 mil toneladas, seguido por Puebla y Nuevo León. El valor anual de la producción se estima en 813,495.96 millones de pesos.

La mandarina alcanza su máxima disponibilidad de octubre a diciembre. Además de su delicioso sabor, este cítrico es una fuente nutritiva, rica en vitaminas C, B1, B2, B6, flavonoides, betacaroteno y aceites esenciales. Contiene también potasio, calcio, magnesio, hierro, zinc, fibra y fósforo.

La versatilidad de la mandarina va más allá de sus gajos. En la cocina, la cáscara, el jugo e incluso las hojas se pueden aprovechar. Rallar la cáscara sobre ensaladas o postres agrega un toque fresco y cítrico. Un dato curioso: en las membranas e hilos blancos de los gajos se concentran grandes cantidades de fibra y hesperidina.

Citrus reticulado, perteneciente al género citrus en la familia de las rutáceas, es el árbol que da origen a la mandarina. En resumen, este pequeño cítrico no solo ilumina las festividades mexicanas, sino que también aporta sabor, nutrición y versatilidad a la cocina. La mandarina, un regalo de la naturaleza que une tradición y delicia en cada bocado.

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